Después de una carrera ejecutiva de casi 40 años, la neuritis me encerró en mis ojos, más no pudo encarcelar mi alma; tardé un poco en comprender: no es mi discapacidad sino mi fortaleza la que me debe definir; y con ese pensamiento se liberó una nueva persona; un artista con muy poca vista y sin formación artística que no retrata la realidad, más bien plasmo lo que sale del alma que en general es invisible para los ojos. Esta combinación de experiencia y discapacidad visual me da un entendimiento más completo